Los servicios de reabastecimiento de agua en Kupang se suministran mediante la perforación subterránea a profundidades de entre 30 y 40 metros. El coste de la perforación varía entre los 25 y los 30 millones de rupias, incluyendo la instalación de las redes de tuberías que conducen al reservorio. En cambio, el llenado de un solo camión cisterna con una capacidad de entre 4 y 5 mil litros cuesta entre 15 y 20 mil rupias. Después, el agua se revende a un precio de entre 100 y 200 mil rupias, dependiendo de la proximidad a la casa del consumidor.
Esta dependencia forzosa de la compra de agua ha disparado los gastos de las personas residentes. En promedio, cada hogar gasta entre 400 y 600 mil rupias mensuales en agua potable y saneamiento, lo que equivale al 6 por ciento de sus ingresos, ya que el Salario Mínimo Provincial (en indonesio, Upah Minimum Provinsi o UMP) en 2023 era de 2.123.994 rupias. La pregunta es: ¿cómo van a poder hacer frente a este gasto las personas pobres de las zonas urbanas sin ingresos fijos?
El suministro de agua potable debe ser responsabilidad del Estado. Sin embargo, en Kupang, el agua se privatiza con fines de lucro. El agua, un recurso vital que debe gestionarse para el bien común, tal y como establece la Constitución, está controlada por entidades financieras que lo han convertido en un producto de alta venta. Mientras el agua se trate como un medio para la acumulación de capital, la crisis hídrica seguirá siendo una carga para las personas residentes de Kupang año tras año.
Las estaciones son cada vez más imprevisibles y es fácil que ocurran catástrofes. Mientras los camiones cisterna hacen sus rutas, los servicios de agua de propiedad del Estado están estancados, y el agua fluye sólo una vez a la semana, si es que lo hace. Mientras tanto, los medidores de agua siguen funcionando, aunque no llegue agua a los hogares.
El clima de Kupang, caracterizado por sequías prolongadas, empeora la crisis durante la estación seca. Las reservas de agua subterránea también se han agotado debido a la escasez de lluvias. Otros factores como el uso de cemento en las zonas urbanas, la reducción de los espacios verdes, el crecimiento de la población y el cambio climático agravan el problema.
Kupang consta de seis subdistritos y 51 aldeas. En 2022, la población de la ciudad alcanzó los 421.621 habitantes, según la Agencia Central de Estadística de NTT. ¿Cómo se pueden satisfacer las necesidades diarias de agua de esos cientos de miles de personas?
Por cuestiones de eficiencia, la compañía estatal de agua potable ha dividido Kupang en ocho zonas de distribución de agua, en base al tamaño del área y a la distancia. Comparando la capacidad de agua con el número de clientes, se calcula que la media de agua potable por consumidor distribuida por el servicio estatal de aguas es de aproximadamente 3.654,25 m³/año. Además de los servicios estatales, las personas residentes también utilizan 13 manantiales y pozos perforados que proporcionar una capacidad de servicio de 296,26 litros por segundo.
Sin embargo, esto es insuficiente. Alrededor del 35,8 por ciento de los hogares de Kupang tiene dificultades en el acceso al agua potable, especialmente durante la estación seca, con niveles de consumo que alcanzan los 50 litros por día. En promedio, las personas residentes en NTT esperan dos días para recibir 5 litros de agua.
La crisis hídrica alcanzó su punto máximo en 2017, cuando 48 de los 51 distritos sufrieron restricciones de agua. El gobierno finalmente distribuyó 100 cisternas de agua para resolver el problema.
El acceso a agua potable en NTT varía de un año a otro. El bajo consumo de agua refleja un acceso inadecuado, agravado por la mala gestión de los derechos sobre el agua. La provincia de Nusa Cendana ocupa el lugar más alto de Indonesia en la baja utilización del agua potable. Además, la investigación de Theodolfi y Waangsir, "Análisis de las necesidades de agua potable en la ciudad de Kupang basado en las fuentes disponibles y las zonas de servicio" (Analysis of Clean Water Needs in Kupang City based on Available Sources and Service Zones) reveló que algunas fuentes contienen un nivel promedio de coliformes y de E. coli (Escherichia coli) de 45/100 mililitros. Por lo tanto, el problema va más allá de la mala gestión y se extiende a la calidad del agua, lo que provoca enfermedades entre los residentes y se ve agravado por el mal saneamiento.
Los recursos hídricos son insuficientes para el crecimiento demográfico proyectado para Kupang, que se espera alcance las 601.263 personas para 2030, lo que requiere 695,9 litros de agua potable por segundo. Es poco probable que la cantidad de agua potable producida para 2030 satisfaga esta necesidad. Si Kupang, como capital y centro socioeconómico de NTT, sigue teniendo dificultades en términos de acceso, gobernanza, índice de desarrollo humano (IDH), cantidad de ciudadanos con estudios, grupos económicos, cifras de población activa, ¿qué sucederá?
La Constitución, en particular el artículo 33, ordena que todos los recursos hídricos estén controlados por el Estado y que se utilicen en beneficio de la población. Este principio está reforzado por el artículo 7 de la Ley de Recursos Hídricos, que establece que los recursos hídricos no pueden ser propiedad de individuos, comunidades o empresas ni estar controlados por ellos. Estas leyes tienen por objeto impedir el control sobre los recursos estratégicos para reducir la desigualdad.
El control absoluto de los recursos hídricos por parte del Estado se alinea con los principios democráticos de Indonesia con arreglo a la Pancasila, que adopta el sistema de gobierno. La soberanía del Estado sobre los recursos naturales garantiza la protección de los intereses comunales frente a la explotación. Contar con un formato regulatorio estándar se anticipa a la tendencia a apropiarse y explotar las fuentes de producción, lo que también sirve como directriz del Estado.
Esta norma progresiva ha sido, en los hechos, anulada por el Estado, permitiendo a individuos y a grupos empresariales explotar los recursos hídricos. Desde que las corrientes de inversión se han abierto y apoyado por el flujo del libre mercado que socava la soberanía del Estado, la normativa se ha convertido en papel mojado, incapaz de reflejarse en la vida real de la ciudadanía. Desde el principio, la normativa se elaboró para prevenir las posibles desigualdades que podrían producirse si las fuentes de producción vinculadas a los medios de vida públicos no se distribuyeran equitativamente. Sin embargo, la realidad es que la normativa escrita contrasta absolutamente con la vida cotidiana.
En Kupang, el acceso desigual al agua se debe a la negligencia del Estado en el cumplimiento de sus funciones y a la privatización del agua con fines comerciales. Mientras que los libertarios argumentan que la responsabilidad del Estado es simplemente proporcionar sistemas y servicios, los comunitarios afirman que el Estado, como guardián de la soberanía popular, está obligado a garantizar el cumplimiento de los derechos básicos de la ciudadanía, especialmente de los grupos marginados.
Desafiar la desigualdad del agua debe comenzar con un discurso sobre la obligación del Estado de satisfacer las necesidades básicas de la ciudadanía. Debemos acabar con la explotación que se está produciendo ante nosotros para integrar el derecho al agua.
Por desgracia, las discusiones sobre el derecho al agua rara vez se abren paso en los debates políticos, y mucho menos dan lugar a políticas públicas. Los grupos comunitarios críticos, de los que se espera que construyan discursos contrarios y aumenten la concienciación, siguen atrapados en la exclusividad del Estado. La ciudadanía no han sabido reconocer los derechos sobre el agua. Como resultado, la crisis hídrica continúa.
No es que la gente no sea capaz de razonar o de organizar protestas para exigir sus derechos fundamentales. Lo que sucede es que el Estado ha fomentado que se adopte una actitud de aceptación y resignación. Se han manipulado los derechos básicos que deben ser cumplidos por el gobierno para convertirlos en responsabilidad de las personas. La práctica de ocultar la responsabilidad ha reducido la comprensión de los ciudadanos hasta el punto de que aceptan que el derecho al agua no es responsabilidad del Estado, sino una responsabilidad individual. "¡No protestes, sólo obedece a las autoridades!", es lo que se ha convertido en el sello distintivo de un buen ciudadano.
Cuando el principio de acumulación en la exploración de los recursos hídricos da lugar a la competencia por el beneficio, anulando los valores de la justicia sustantiva, el principio de democracia —que garantiza el cumplimiento de los derechos humanos para toda la ciudadanía sin excepción— se quiebra de forma inevitable. El proceso de acumulación hídrica se efectúa mediante la apropiación de zonas estratégicas proveedoras de agua. La acumulación a través de la expropiación es un proceso continuo, ya que su continuidad garantiza la circulación fluida de los beneficios (Harvey, 2005).
A nivel político, el agua no se entiende como res commune o bien común, sino dentro del paradigma de la economía de mercado como res individualis, es decir, un bien privado que puede comercializarse para obtener el máximo beneficio. Lo que es aún más desalentador es que la acumulación de capital se produce en tiempos de crisis. No se tienen en cuenta las consecuencias presentes y futuras de la explotación en el proceso de acumulación de beneficios provenientes de los recursos hídricos.
Al iniciar un discurso que desencadena un movimiento crítico de reivindicación de derechos, la construcción del movimiento se enfrenta a múltiples procesos, como son la producción y la expresión del capitalismo en curso (Petrus, 2015: 6). En el caso de Kupang, algunas de estas facetas comprenden la proliferación de las empresas hídricas, un régimen que da prioridad a las infraestructuras frente al desarrollo de la superestructura, y la banalidad del crimen de Estado al desconocer los derechos de la ciudadanía mediante la incautación desenfrenada de tierras para la inversión.
Tras reconocer las diversas facetas de la expropiación que han provocado crisis prolongadas —por ejemplo, la muerte de niñxs pequeñxs debido a la escasez de agua y el deficiente saneamiento—, se hace urgente un nuevo movimiento que critique y, en última instancia, haga efectivo el derecho al agua en NTT. Permanecer de brazos cruzados, viendo cómo continúa la explotación sin hacer nada para concienciar a los demás, es un crimen en sí mismo. ¿Hasta cuándo seguirán muriendo los habitantes de Nusa Cendana en medio de abundantes recursos hídricos que se encuentran lejos de sus poblaciones?
Bibliography
Batubara, Bosman. 2017. Ekologi Politis Air: Akses, Eksklusi dan Inklusi. INSIST Press; Yogyakarta.
Harvey, David. 2015. Imperialism. Oxford: Oxford University Press.
Talan, John Petrus Talan. 2015. Masa Depan Tata Kelola Air, Tantangan dan Keberlanjutan. IRGSC: Kupang.
Theodolfi, Ragu dan Ferry WF Waangsir, “Analisis Kebutuhan Air Bersih Kota Kupang Menurut Ketersediaan Sumber Air Bersih dan Zona Pelayanan”, Media Kesehatan Masyarakat Indonesia, Vol. 10, No. 2, 2014.
Waishanti, Dewa Ayu Putu. “Mengapa Krisis Air dan Sanitasi selalu Terjadi di Nusa Tenggara Timur, juga di Pulau Jawa?” The Conversation, 2023 (accessed on 15 August 2023, at 19.00 WITA).
Translated by David Manuel Díaz Sánchez, Fabian Aruquipa and ProZ Pro Bono.
Traducido por David Manuel Díaz Sánchez, Fabián Aruquipa y ProZ Pro Bono.
Foto: IndoProgress