Social Justice

Cómo las mujeres egipcias han roto el estigma de la violencia sexual

Una explosión de resistencia social arroja nueva luz sobre la epidemia de violencia sexual en Egipto.
A finales de 2019, la trágica violación de la “niña de Farshut” renovó la atención sobre la violencia sexual contra las mujeres en Egipto. Ahora, una nueva generación de activistas feministas se está movilizando para lograr un cambio.
A finales de 2019, la trágica violación de la “niña de Farshut” renovó la atención sobre la violencia sexual contra las mujeres en Egipto. Ahora, una nueva generación de activistas feministas se está movilizando para lograr un cambio.

A finales de 2019, la historia de una niña egipcia del pueblo de Farshut que usaba niqab fue noticia en los medios egipcios. Habló de su violación grupal a manos de un grupo de hombres influyentes en la pequeña ciudad de Qina, en el corazon del alto Egipto. La niña relató los aterradores detalles de su secuestro y violación grupal en un campo remoto.

“La niña Farshut”, como se le conoce en los medios, habló detrás de un velo –solo sus ojos eran visibles– sobre su pánico mientras escuchaba a sus violadores discutir lo que iban a hacer con ella. Hablo de haber visto literalmente un sudario que alguien había traído con el propósito de enterrarla después de matarla. Habló de cómo logró escapar de sus violadores y cómo se dirigió, casi desnuda y sangrando, a una estación de policía a denunciarlos –a pesar de su brutal reputación– y cómo sostuvo una amarga lucha al interior de su comunidad en el Alto Egipto para obtener “algo de justicia” por lo que le pasó. Habló del rechazo explícito de su padre a lo que hizo a sus violadores y cómo ella lo “repudió” por su poco apoyo, en una inversión inusual de las normas tradicionales de las relaciones familiares en Egipto, donde lxs hijxs son por lo general repudiadxs por sus progenitorxs, y no a la inversa.

La escena de la niña Farshut no puede ser comprendida por completo –como una escena que rompe un gran número de percepciones estereotipadas de las mujeres egipcias en general, especialmente las sa’idi (mujeres del Alto Egipto) y las mujeres con velo– sin ponerla en el contexto de la lucha de décadas de las mujeres egipcias contra la violencia sexual en Egipto.

Cuando Noha al-Ostaz ganó el primer fallo judicial como demandante en un caso de acoso sexual en 2008, coincidió con el comienzo del surgimiento de una nueva generación de instituciones e iniciativas feministas –como Nazra para Estudios Feministas (2007) y HarassMap (2010)– que situaron el problema de la violencia sexual al tope de su agenda.

Desde entonces, la discusión de la violencia contra las mujeres ha dejado de ser exclusiva de grupos culturales, círculos políticos y organizaciones feministas y de derechos humanxs especifícos. Más bien, se ha desplazado a los bordes de lo corriente.

El período a partir de 2011 ha sido testigo de una verdadera escalada de un movimiento fluido alrededor del problema de la violencia sexual en Egipto, que ha tomado diferentes formas con múltiples personajes. Hay grupos que se resistieron la propagación de la violencia sexual durante los accontecimeintos de la revolución del 25 de enero de 2011 y su período posterior, como el grupo “OpAntiSH” (Operación Anti Acoso Sexual). Existen grupos que emergieron en los años posteriores y se enfocaron en la difusión de testimonios e historias sobre la violencia contra la mujer, como la iniciativa “Revolución de las niñas”. Hay grupos comunitarios feministas interesados en el trabajo de las mujeres dentro de sus comunidades, como la iniciativa “Ganoubia Hora” en Aswan y la iniciativa “Hija del Nilo” en Damanhur.

Las últimas dos iniciativas en particular, rompen con todas las percepciones predominantes de que el movimiento feminista en Egipto se limita a las organizaciones de la sociedad civil o a grupos feministas que pertenecen a círculos de derechos humanxs, culturales y políticos más amplios. Deshacen las percepciones de la resistencia a la epidemia de violencia sexual en Egipto como perteneciente a un determinado tipo de mujeres y no de otras, ya sea en la forma de organizarse, escribir, recurrir a la ley o los nuevos mecanismos de reunir y publicar testimonios sobre la violencia sexual.

El incidente en Farshut es solo uno de las docenas de incidentes recientes que ha situado el tema de la violencia sexual en el centro del movimiento feminista en Egipto gracias al trabajo de grupos de niñas que abiertamente plantean el problema –no como víctimas pidiendo apoyo del Estado y de la sociedad, sino como personajes más directamente involucradas con el contexto político, social y legal. Este último es cómplice histórico en relación a los problemas de violencia contra las mujeres en Egipto.

Lo que estamos presenciando ahora es la explosión continua e ininterrumpida de casos de violencia sexual, ya sea en círculos de clase alta como en el caso Fairmont, o en la Iglesia Copta Ortodoxa, donde varios sacerdotes enfrentan cargos de abuso sexual revelados por chicas coptas, o dentro de las comunidades artistícas, culturales y de derechos humanos, demostraciones vívidas de la ferocidad del problema de la violencia sexual en todos los sectores de la sociedad egipcia. Las luchas feministas que están tomando forma plantean cuestiones críticas sobre la violencia sexual, la complicidad de la sociedad y la responsabilidad del Estado en tres niveles.

El primer nivel es el del Estado y sus instrumentos legales. A ese nivel, las medidas contundentes vendrán lentamente y en respuesta la movilización y presión de las mujeres, como hemos visto recientemente en la aprobación de una enmienda legal para proteger la privacidad de lxs denunciantes de delitos de violencia sexual, o la intervención directa de la Fiscalía Pública para arrestar a lxs presuntos responsables en varios casos recientes de violencia sexual. Por lo tanto, el actual movimiento feminista aún necesita activar procedimientos y leyes que hagan que los litigios en caso de violencia sexual sean un camino más facil de transitar para las mujeres. Egipto aún necesita una ley integral para combatir la violencia sexual en los ámbitos público y privado, en la línea de las reformas legales adoptadas por otros países de la región, como Túnez.

El segundo nivel corresponde a políticas institucionales que necesitan ponerse en práctica contra el acoso sexual en todos los campos, un esfuerzo que las periodistas, académicas y cineastas están realizando actualmente al presionar a diversas instituciones, como universidades, empresas y organizaciones de prensa y medios para que tengan políticas y mecanismos claros para combatir la violencia sexual en el lugar de trabajo.

El tercer nivel es la publicación de testimonios anónimos en el ciberespacio, donde la divulgación rompe el silencio y enfrenta a todxs con relatos dolorosos e impactantes. Los testimonios de mujeres, cargados con todas las contradicciones del Estado y la sociedad, dan testimonio del fallo sistemático para abordar los delitos de violencia sexual. Este es un momento crucial de dolor y confusión positiva, que la sociedad egipcia necesita desesperadamente.

Hind Ahmed Zaki es profesora adjunta en Ciencias Políticas y Estudios de Oriente Medio en la Universidad de Connecticut. Su tesis doctoral (y actual proyecto de libro) titulada “A la Sombra del Estado: Disputa de Género y Movilización Legal en el Contexto de la Primavera Arábe en Egipto y Túnez” ganó numerosos premios, incluidos el premio a Mejor Disertación en el campo de Género y Política y el premio a Mejor Trabajo de Campo por excelencia en la investigación de tesis de la Asociación Americana de Ciencias Políticas en 2019. Además de su trabajo académico, es activista dentro de los círculos por los derechos de la mujer en Egipto y la región.

Foto: UN Women, Flickr

Available in
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Author
Hind Ahmed Zaki
Translators
Hector Herrera and Cecilia Cechetto
Date
08.03.2021
Source
Original article🔗
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